domingo, 3 de febrero de 2013

En el sendero de las chicas

Desperté no tan temprano esta mañana, me miré al espejo y me dije a mi mismo "Hoy sera un día genial" como acostumbro hacerlo.

Me dispuse en mi caminata a través de un parque donde sólo parecía haber mujeres que caminaban por distintas razones: algunas para bajar unos kilos que sentían les sobraba, otras para demostrar que sus figuras espléndidas son su atractivo inigualable, había quienes también a pesar de su edad mostraban un alto rendimiento y un cuerpo que poco o nada habría de envidiar a las bellas jovencitas que apenas descubrían sus pétalos ante un mundo lleno de posibilidades para ellas.

Mi intrínseco sentimiento de aprender de ellas me llevó a escucharlas sin intentar más que solamente aprender de sus comentarios, mi presencia en esas caminatas parecía ser invisible ante sus ojos así que nada más continuar mi camino sería suficiente para escuchar y aprender...

- Salir con un hombre de 60, no amiga... yo no estoy para eso - comentaba una bella dama de apariencia cuarentona pero con sus líneas contoneantes que arrancarían el suspiro a cualquier hombre de 20.
- Yo no necesito que me mantengan, tengo un buen trabajo y no es eso lo que busco, lo que yo quiero es un hombre al que pueda darle besitos, con el que pueda salir a pasear y tener un buen rato... 

Una sonrisa se dibujó en mis labios y con las manos en los bolsillos como suele caminar alguien sin preocupación continué caminando.

A pocos metros y en sentido contrario caminaban 2 jovenes casi recién salidas de la adolescencia diría yo, ambas vestían cortos pantaloncitos que realzaban su silueta de niñas jugando a ser mujeres.

- Este será mi primer San Valentín sin novio y me siento super bien. Creo que jamás he estado mejor - Comentaba una de ellas a su amiga.
- Si, aveces pienso que sería mejor estar sóla - replicó la otra.

Esta vez no sonreí y seguí caminando desapercibido sin que mi mente pensase en nada, no me interesaba juzgar sus actitudes ni defender mi punto de vista, me interesaba escuchar y nada más... escuchar y aprender.

El olor a hierba aportaba una pizca de encanto a mi observación y de cuando en cuando una flor tierna y esquiva ante mi me rozaba el brazo para recordarme que estaba alli como aprendiz y no como abogado.

A pocos metros y en una banquita sentadas dos señoras jóvenes de quizás unos treinta y cinco parecían ponerse al día en sus chismesillos maritales:

- Lo que me dijo el muy cabrón cuando le pedí una explicación es que para los hombres no se trata de engañar, es más bien la adrenalina que causa los juegos en su mente. Que para ellos todo aparenta ser un juego: Si depositan un papel en el tinaco de basura generalmente lo hacen en forma de baloncesto, si van a alguna parte con sus amigos generalmente corren sus autos para ver quién llega primero y si encuentran a una mujer linda es divertido tirarsela encima para demostrar que son buenos conquistando.
- Pedazo de imbécil y ¿por qué no juegan a prestar la mujer? Porque para ellos la mujer si tiene que ser una santa verdad?

Ambas se notaban irritadas. Cualquiera explicación que pudiese o debiese darse sería duramente cuestionada por cualquier otra mujer. Y eso se debe en gran medida a la revolución femenina ocurrida en los años... Aquí iba mi mente nuevamente desviándose del rol de alumno me recordó un colibrí que pasaba revoloteando sin parar frente a mis ojos... Que belleza!

A lo lejos una chica trotaba a baja velocidad e iba lo suficientemente despacio para notar que a sus treinta años, la vida le sonreía en lo profesional, pude deducirlo por la ropa deportiva de marca que llevaba, el celular costoso que agarrado con una una mano usaba como reproductor de música para marcar el ritmo de su marcha. Bien podía ser una niña rica, hija de papi y mami o una esposa mimada a quien se le concedían todos sus caprichos pero yo sabía que no era así... Los hombres también tenemos una percepción bastante amplia y esta era una de esas chicas que había logrado su climax profesional. Son mujeres más seguras de sí mismas, poco dependientes, con metas y un toque de desprecio en su mirada.

Casi podía oir sus pensamientos organizando su próxima reunión o pasando revista para su próximo viaje de negocios. Para este tipo de mujeres el día es perfecto, siempre tienen el control de todo y cuando no, saben que con un par de gritos todo el mundo vuelve a sentarse a sus pies a escuchar sus indicaciones. Pero cuando la noche cae y las sombras de sus temores sociales retumban en las paredes de sus solitarias alcobas aveces asoman lágrimas en sus ojos y se preguntan dónde está aquél hombre que las valore y las haga sentirse amadas... No se pueden desligar de su feminidad y su innato sentido de compañía del que viene plagado su ADN.

Ya para la recta final de mi caminata me conmovió ver una niña de unos tres añitos le secaba el sudor a su mama que tirada sobre la hierba a un lado del camino parecía estar exhausta.

- Mami, ¿estás cansada?- preguntaba la inocente angelita
- Si cariño- respondía la madre jadeando por el esfuerzo físico al que parecía haberse sometido.

Su naturaleza es ser lindas, comente para mis adentros sin querer penetrar en ese complejo mundo del que muchas veces nos quejamos.

Muchas lecciones me llevé de este espacio y momento... Con sólo observar y escucharlas aprendo cómo funciona ese mundo complicado que muchos hombres prefieren mantener lejos de sus preocupaciones...

Mirarlas, respetarlas y convivir con ellas es una de las cosas más maravillosas cuando sabemos en qué terreno estamos y cómo debemos comportarnos en su territorio...